Edición 2024

 

El ciclo POESÍA VIVA es un clásico de los lunes de mayo, tanto para los amantes de la poesía como para los disfrutadores que quieren acercarse a escucharla en la voz de sus autores. Cada lunes de ese mes, un poeta español de primera línea lee sus poemas y responde a las preguntas de los asistentes siempre a las 20 horas sobre el escenario del Teatro Circo de Albacete. La edición de 2024 la abrirá el día 6 Luis García Montero que, además de poeta y de abarcar un sinfín de actividades, dirige el Instituto Cervantes. El día 13 intervendrá Yolanda Castaño, Premio Nacional de Poesía 2023. La tercera invitada será Miren Agur Meabe, que mereció el Premio Nacional en 2021 y leerá el día 20. Cerrará el ciclo el lunes 27 Benjamín Prado, novelista y comunicador polifacético además de poeta. Con ligeras interrupciones económicas y cambios organizativos, el ciclo se remonta al año 2001.

6mayo / Luis García Montero  ATENCIÓN: SUSPENDIDO por un compromiso inesperado e  ineludible en la agenda del invitado

«Que todo esté en su sitio / es el mayor desorden que pueda imaginarse».


El último poemario hasta la fecha de Luis García Montero (Granada, 1958) se titula Un año y tres meses (Tusquets, 2022) y apareció apenas un año después de No puedes ser así (Breve historia del mundo). Llegó impulsado por las circunstancias, por la necesidad de asimilar la muerte de su pareja Almudena Grandes y de hacer catarsis. La escritura poética ofrece esa función terapéutica a quienes la cultivan. Su amigo Joan Margarit hizo un ejercicio parecido (Joana) cuando murió su hija. García Montero había adoptado en sus libros más recientes (el mencionado, pero también A puerta cerrada -2017-) una búsqueda hacia la protesta social, un camino difícil: «Cuando llegues a mí / no estará el corazón. / Estaré yo para pensarlo todo», había escrito. El actual director del Instituto Cervantes es un poeta lleno de recursos que nunca ha rehuido los retos y que en este caso ha querido compartir con el mundo su proceso de duelo. Sabedor de que las circunstancias desencadenantes han sido mediáticas y elocuentes, se ha decantado por un tono más contenido aún que de costumbre, eludiendo casi siempre el chispazo metafórico para el que tiene facilidad. Los poemas de este último libro son sencillas notas cotidianas, como tomadas a vuelapluma, en las que describe lo que pasa: la fragilidad de ella, los cuidados, la desesperación, que ha de ser furtiva. Al fondo, con el silencio, le acompañamos: «todo es presentimiento de lo que no sucede, / pero está ahí, doméstico y sincero / lo mismo que un ladrido sigiloso / que no parece un grito. / Es una convivencia con la tierra / y con las habitaciones de la casa».

 

13mayo / Yolanda Castaño


 «Todo lo que fui olvidando / lo recuerda mi cuerpo por mí».


 Yolanda Castaño (Santiago de Compostela, 1977) tardó ocho años en volver a publicar un poemario. Entre otras cosas porque los pasó luchando por sacar adelante su proyecto de crear una residencia para escritores en A Coruña. Todo había ido bien hasta que el confinamiento por el Covid se cruzó en el camino y lo complicó todo. Pero la lucha mereció la pena, hipotecarse hasta la jubilación mereció la pena. El libro, que por fin salió como siempre en su lengua de siempre, el gallego, se tituló Materia. Y luego en castellano, también. Se lo tradujo ella misma y terminó recibiendo el Premio Nacional de Poesía en 2023. En esos poemas habla de muchas cosas, de su relación con su casa, con su cuerpo, habla con su hermano de «la libertad para equivocarnos», habla del ciclo menstrual y habla con la hija que nunca engendrará: «miles de seres no nacidos buscan / entre las sombras los senos de sus madres». Porque el tema de fondo de Materia es su renuncia a la maternidad sin ahorrarse las dudas ni las contradicciones ni los pequeños remordimientos. Ahora, orgullosa de haber vencido una vez más, de seguir viviendo de la poesía en gallego, Yolanda Castaño viaja por todo el mundo leyendo sus versos y tiene plena de ocupación la residencia para escritores que fundó sin ayuda pública ni privada en un edificio del siglo XIX. Confirma su convicción de que los premios están bien como reconocimiento, pero que el escritor cuando de verdad necesita ayuda es mientras está creando su obra.


 

20mayo / Miren Agur Meabe


«Las intenciones son los andamios de los resultados, / nada más».


 Miren Agur Meabe (Lekeitio, 1962) ganó el Premio Nacional de Poesía 2021 por su poemario Nola gorde errautsa kolkoan. Era la primera vez que este galardón se otorgaba a una obra escrita en euskera. Ella misma lo vertió al castellano en la editorial Bartleby, en una cuidada edición bajo el título de Cómo guardar ceniza en el pecho. Era su quinto poemario, pero no el primero que obtenía galardones. Antes ya había recibido dos veces el Premio de la Crítica y en tres ocasiones el Premio Euskadi de Literatura Juvenil. Y no obstante, hasta ganar el Premio Nacional de Poesía, era prácticamente desconocida fuera de Euskadi. Miren Agur escribe una poesía inteligente, compleja, rica en intertextualidades y en referencias culturales, sobre todo reivindicativas de mujeres pioneras y postergadas. A pesar de la distancia entre los idiomas, sus versos sobreviven a las distorsiones y salvan el tono y la emoción.

 


 

27mayo / Benjamín Prado


«Maldigo la codicia, alabo la ambición / y educo a mis poemas / lo mismo que a mis hijos: / para que lleguen lejos / y algún día / puedan cuidar de mí».


Benjamín Prado (Las Rozas, 1961) ha vuelto este año a la poesía con el libro Paradero desconocido (Visor). No había publicado un poemario exento desde 2014, cuando apareció el octavo de los suyos, Ya no es tarde. Desde los primeros versos busca complicidad con el lector: «lo que voy a decirte que quede entre tú y yo: / no quiero que te escuche este poema». En el resto del libro mantiene este clima cercano, de conversación, aunque el interlocutor vaya cambiando: puede seguir siendo el lector, pero también sus hijos o el poeta que se habla a sí mismo. El recurso le ayuda a jugar con imágenes y sentencias, a menudo estructuradas como enumeraciones caóticas. Al contrario que en anteriores entregas, Prado deja asomarse al hombre descreído, fatalista, que empieza a entrever el final del camino: «Miradlo caminar / seguido por las nubes, / mirad qué similares son su sombra y él». El libro es muy variado. También, entre otras cosas, canta los vaivenes del amor de pareja y desliza consejos para entender y afrontar la jungla mediática: «y donde todos luchan por estar siempre al día / ya sólo hay dos opciones: la moda o el olvido».