La edición de 2025 la abrió el 5 de mayo Ángelo Néstore. El lunes siguiente, día 12, intervino Carmen Palomo Pinel. Le siguió el 19 de mayo Marcos Díez. Cerró el ciclo el 2 de junio Ana Rossetti.
«Nadie piensa en la vida / que la vista no alcanza. /
Nos agarramos a ella como tú te agarras a mi cuello».
12 mayo / Carmen Palomo Pinel
«En tu rostro, hijo mío, / la
muerte ha ascendido a contemplarme. / Solo en él puedo amarla».
Carmen Palomo Pinel (Madrid, 1980) cuenta sus libros por premios. El más reciente, el Leonor de Poesía en su edición de 2022. En tu espalda el desierto es un libro cuajado desde la estructura. Visionaria en el enfoque, Palomo Pinel persigue siempre la experiencia del límite: «divido a los hombres entre los que han visto un abismo / y los que no». Celebra el milagro de la existencia («cómo obrar / ante esta dádiva excesiva / que es vivir») y al mismo tiempo está ya lamentando la pérdida, «el dolor de lo maravilloso / faltante, la escasez de hadas». La magia es aproximarse al umbral de la desaparición: «Qué criminal, qué aguda esa belleza / que existe solo al borde de la muerte, / entrando en ella ya / pero no todavía: / Venecia, un unicornio, / el rayo verde. / Nuestro amor. Su fulgor cuando se hiere. / Como naciendo. Como quien toca en el final / su origen». En la tercera parte, la autora reflexiona sobre la escritura: «pensaba que el poema tenía por misión / revelar el secreto, / mas no: / el poema es la tierra / que se echa sobre él. / Lo convierte en tesoro». El 2024 ha sido un año especialmente fecundo para Palomo Pinel, que ha publicado Ramas de mirto en la ciudad eterna, en la editorial Visor, y Ser mirada, en Pre-Textos.
«Cae la tarde igual que las certezas, despacio, /
quizás no para siempre…».
«Mis primeras caricias fueron verbos».
Ana Rossetti leyó poemas de su libro Deudas contraídas, publicado por La Bella Varsovia en 2016. Son piezas combativas donde vuelca algunos de los momentos delicados de los que ha sido testigo en sus viajes para mediar y reivindicar. La presento Javier Lorenzo. Rossetti es gaditana, pero ha vivido en Madrid la mayor parte de su vida. Se dio a conocer en los años 80, en medio de un caldo de cultivo en el que ebullían el neosurrealismo de aquella Blanca Andreu que ganó el Adonáis, el esteticismo cordobés de Pablo García Baena y los últimos ecos del culturalismo que cultivaban los Nueve Novísimos Poetas antologados por Castellet. A este cóctel, Rossetti (que es un gran seudónimo) le añadió su propio aliño mezclando erotismo con los martirios que sufrieron los antiguos cristianos, relatos que ella dice que escuchaba en la voz de su madre. El fruto de estos mestizajes, Devocionario, obtuvo el premio Rey Juan Carlos en su tercera edición: «Era el miedo un vértigo exquisito / ante el altar purísimo de mayo / y olía a madreselvas y alhelíes». Luego vinieron otros muchos libros, no solo de poesía, también de teatro, de narrativa infantil, ensayos feministas e incluso profundizaciones en prosa de lo que había iniciado con el verso: ganó el premio de literatura erótica La Sonrisa Vertical en 1990 con Alevosías.